El lento proceso de secado hace que los tomates mermen perdiendo su humedad interior, pudiendo llegar a perder casi el noventa por ciento de su peso inicial. La disminución del volumen hace que el sabor del tomate se intensifique, elaborándose de esta forma un condimento o guarnición ideal para acompañar platos de carne o ensaladas. Los tomates secos al sol son muy populares en ciertas cocinas mediterráneas. Una de las más afamadas es la italiana (región de Puglia) donde es habitual ver tejados de casas llenos de estos tomates secándose al sol.